Esto suele ser no sólo exaltación de mezquindades e ignorancias propias (hay una relación directamente proporcional entre sabiduría-conocimiento y mesura), sino exhibición de insensateces y estulticias.
Para comprobarlo basta abrir cualquier diario nacional, hojear la predominante mayoría de las revistas disponibles en los kioscos o visitar casi cualquier site de internet (blog, de preferencia).
Es posible que si se prefiere constatarlo en un libro puedan encontrarse dignas excepciones, pero eso depende de dónde se busque ya que incluso entre éstos predomina el ruido, lo facilón, el relumbrón y cierta ansiedad de novedad, propia de otro tipo de “espacios”. Seguramente harían falta ábacos para enumerar las editoriales que ostentan la estolidez, lo barato y lo cosmético como bandera; sobrarían, en cambio, dedos de las manos para contar a las que se encuentran en la situación opuesta.