sábado, abril 01, 2006

Suplicio de los cien cortes

Estas imágenes fueron publicadas en parte por Carpeaux. Carpeaux afirma haber sido testigo del suplicio el 10 de abril de 1905. El 25 de marzo el "Cheng-Pao" publicó (bajo el reinado de Koang- Su) el siguiente decreto imperial. "Los Príncipes Mongoles exigen que el llamado Fu-Tchu-Li, culpable de homicidio en la persona del Príncipe Ao-Han-Wan, sea quemado vivo, pero el Emperador, considerando demasiado cruel este suplicio, condena a Fu-Tchu-Li a la muerte lenta por el Leng-Tché (cercenamiento en pedazos). ¡Así sea!" Este suplicio data de la dinastía Manchú (1644-1911).










El supliciado es un hombre bellísimo. En su rostro se refleja un delirio misterioso y exquisito. Su mirada justifica una hipótesis inquietante: la de que ese torturado sea una mujer. Si la fotografía no estuviera retocada a la altura del sexo, si las heridas que aparecen en el pecho de ese individuo fueran debidas a la ablación cruenta de los senos no cabría duda de ello. Ese hombre parece estar absorto por un goce supremo, como el de la contemplación de un dios pánico. Las sensaciones forman en torno a él un círculo que siempre, donde termina, empieza, por eso hay un punto en el que el dolor y el placer se confunden. No cabe duda de que la civilización china es una civilización exclusivamente técnica. De esta imagen se puede deducir toda la historia. Se trata de un símbolo, un símbolo más apasionante que cualquiera otro. Cada vez que lo miro siento el estremecimiento de todos los instintos mesiánicos. Sólo puede torturar quien ha resistido la tortura.
Hipótesis inquietante:
el supliciado eres tú.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Primera vez que entro aquí. Fue una grata sorpresa releer un texto ¿olvidado? Mejor, no presente o en primer plano ¿Cuántos años tenía Elizondo al morir?

rcalabri dijo...

Comento un comentario. Acaso el concepto principal de un comentario: el de la universalidad estrecha:el el de los Aleph de Borges descritos hacia el final del cuento homónimo. Esto es, no los falsos Alephs que son sólo instrumentos de óptica sino los verdaderos como el de la columna de la mezquita que contiene al universo que contiene a la columna, etc. Tal vez las mejores conceptualizaciones de esto estén en la Teoría de Conjuntos en su primera versión ( la de Cantor) y en la descripción de Dios en el Proslogion de Anselmo de Aosta. De esta naturaleza o esencia son los puntos-instante que intenta capturar el supliciado o el grafógrafo.