Llego
al doctorado con una sensación de “rezago acumulado”. Intento ser más claro: estoy
por iniciar el doctorado y, en lugar de entenderlo como un “punto de llegada” o
“último jalón” académico que me permita por fin desenvolverme en una vida
laboral plena, lo inicio con la sensación de estar en un punto personal en el
que se condensan una serie de deficiencias intelectuales y afectivas de largo
plazo, producto de mis malas decisiones, la desidia de mis padres, las
carencias de los profesores y escuelas en las que cursé mi educación, la
irrupción consentida en mi vida de personas desafortunadas y la equívoca
suerte.
Por
momentos siento como si estuviera por iniciar de nuevo la licenciatura. Como si
entrar al doctorado representara una suerte de “segunda oportunidad de vida”
para, ahora sí, hacer bien algunas cosas: aprender a pensar, adquirir capacidad
técnicas básicas y avanzadas, relacionarme con mis pares, conocer una pareja
valiosa, pasear, reiniciar una vida que me dé gusto vivir y de la que me sienta
orgulloso... expectativas ingenuamente altas, eh. No es que mi vida actual me
desagrade completa y no esté satisfecho con ella, pero estoy cansado de algunos
errores, su persistencia y consecuencias de mediano plazo.
Lo que
escribo puede leerse dramático, pero no lo es (tanto). Llego al doctorado con
muy buen ánimo. Con la disposición de subsanar en la medida de lo posible y de
la manera más inteligente que pueda las deficiencias que más me importan ahora.
Con la intención de disfrutar cada uno de los casi mil quinientos días que dura,
pero sin dejar de seguir “metiendo la pata”.
Entre
los aspectos que me gustaría trabajar deliberadamente en los próximos años
están los siguientes:
1. Mentor. Quiero construirme un mentor.
Una persona bien informada, paciente y con ánimo de conversación que pueda
tener la disposición de orientarme en algunas cosas básicas. No sólo un “modelo
de rol”. Pienso que me gustaría construir la relación con –por ejemplo- algún
profesor que me ayude a ubicarme y a desenvolverme en al menos dos
“cartografías”:
a.
La
cultural en lo que concierne a lo académico y la intelectual.
b.
La
social en el ámbito académico y laboral.
Andar por ahí conociendo al “tanteo” y suponiendo que con el “capital humano” acumulado o con la experiencia laboral ganada es suficiente son ideas con las que he
sobrevivido, creo que de manera decorosa, pero que han provocado que mis
“logros” tengan costos notoriamente más altos que los de otras personas más
lindas y simpáticas.
Esto implica un cambio en la manera en que me he
relacionado con otras personas en la escuela. En la licenciatura y en la
maestría privilegié la relación con mis pares; esta ocasión quiero enfatizar la
relación con los profesores.
2. Clásicos.
Construir mis
cimientos intelectuales. Uno de los rezagos importantes que me disgustan es
que, a diferencia por ejemplo de algunos economistas con buena formación o
filósofos más o menos entusiastas, no pienso de una manera definida. Ni
sociológica, ni antropológica, ni literaria, ni de ningún tipo. Vaya, ni de
“guitarrita”. Me faltan cimientos intelectuales que funjan como punto de
referencia para aproximarme de manera situada y significativa a lo que sea. Quiero
estudiar a los autores y a los libros que construyeron tradiciones
preferentemente sociológicas, pero también de pensamiento social moderno y
contemporáneo. Aprender a pensar con base en sus ideas, reglas y límites. Saber
ubicar diferentes tradiciones opuestas y complementarias.
En concreto, esto implica al menos:
a)
Leer
a Freud, Marx, Einstein y Darwin que me parece que en conjunto dan pie a los
cimientos de cierta manera moderna –casi contemporánea- de entender la sociedad
occidental. Esto más bien es conocimiento de formación muy básica.
b)
Conocer
y relacionar con claridad las ideas de los sociólogos clásicos. Pienso en
Weber, Durkheim, Simmel, Marx y Parsons –en ese orden. Esto significa leer
directamente algunos de sus libros, pero también (y esto no lo sé) textos
exegéticos clave.
c)
Conocer
con claridad las ideas de los sociólogos más recientes o contemporáneos. Pienso
al menos en Elias, Benjamin, Horkheimer, Bourdieu, Habermas, Luhmann, Latour, Zizkek,
Sloterdijk que son muy visibles, pero también me provocan curiosidad otros
menos difundidos como Goldthorpe, Blossfeld, Camic y Abbott. Foucault me da
mucha flojera. Touraine, roña.
d)
Hay
dos puntos en los que tengo muchas dudas. El primero es, ¿cuáles son los
teóricos sociales no sociólogos que debería conocer bien? ¿Debería concentrarme
en Malonowski, Radcliffe-Brown, Evans Pritchard, Eric Wolf, Merleau-Ponty,
Mircea Eliade o quiénes?
e)
Otro
es el de las discusiones sociológicas básicas desde un punto de vista, digamos,
metodológico. No sé si son las que giran en torno a lo macro-micro,
acción-estructura, cambio-orden y así. Esto implica leer libros como el vínculo
micro-macro, entre otros.
3. “Clásicos
de alcance medio”.
Lo que llamo “clásicos” son sobre todo, lo identifico al releerme, sociólogos de teorías
de “largo alcance”. Leerlos y entenderlos contribuiría a mi formación básica y a
ampliar mi cultura general. Eso es algo que quiero porque siento que eso me
permitiría tener referentes para “pensar las cosas”. Sin embargo, para mi vida
profesional también necesito conocimiento específico y especializado, conocer
lo que Merton llamó “teorías de alcance intermedio” y que, si entendí algo, son
las que de manera efectiva posibilitan la investigación empírica. Esta minucia
es una de las cosas que dan pie a la diferencia entre formarme como “sociólogo
de guitarrita” o sociólogo empírico.
Esto implicaría lo siguiente:
a)
Estudiar
los textos básicos sobre estratificación y movilidad social en el mundo y en
México. Conozco muchos autores, pero me faltan criterios para jerarquizarlos y
priorizar. Además, es muy amplio como lo escribí porque incluye tanto a los
diferentes tipos de movilidad inter e intrageneracional como a la discusión
sobre clases sociales.
b)
Leer
los textos básicos sobre curso de vida. Me avergüenza, pero identifico pocos
autores clave: Elder, Hareven, Blossfeld y Bertaux, entre ellos.
c)
Conocer
los textos sobre desigualdad social. Aquí estoy muy confundido porque hay
aproximaciones como más micro, otras más filosóficas y otras
meso-estructurales, pero tampoco soy capaz de distinguir más allá de algunos
nombres muy generales.
Entre los clásicos de alcance medio podría también
incluir algunos textos y autores mexicanos:
a) México profundo de Bonfil
Batalla.
b) Pueblo en vilo de Luis González
y González.
c) Herederos de promesas de
Guillermo de la Peña.
4. Metodología.
Otra de mis
deficiencias importantes es la debilidad y confusión de mis cimientos
metodológicos. Digo, es lo más natural si tengo carencias en la parte teórica,
¿no? Quiero profundizar en discusiones respecto a si las investigaciones deben
ser orientadas por la teoría o enraizadas en los datos, cuáles son las fortalezas
y debilidades de la investigación cualitativa frente a la cuantitativa, cómo
han cambiado nociones clave como las de objetividad y causalidad, así como
cuáles son las escuelas que sostienen diferentes puntos de vista a cada
respecto.
Tengo la intuición de que la forma de subsanar
esta deficiencia tiene que ver con la lectura de autores como Popper, Bunge,
Piaget; King, Kehoane y Verba.
5. Estadística. Quiero aprender estadística
bien. He tomado cursos desde la licenciatura (la mayoría de regulares a malos
con profesores de malos a malísimos) de tal suerte que ya debería tener una
pericia mínima de la que carezco. Es verdad que mi vida profesional no me ha
exigido su uso de manera cotidiana o compleja, pero me siento inseguro en el
tema de una forma vergonzosa. Me gustaría saber estadística tanto en términos
de interpretación como de estimación; es decir, no sólo saber qué técnicas de
análisis puedo utilizar según qué problemas (así como sus supuestos y límites),
sino hacerlo con soltura a través de software especializado (Stata en
particular).
En concreto, esto implica:
a)
Cursar
simultáneamente la especialidad en estadística del IMAS. No quiero iniciarla al
mismo tiempo que el doctorado para no dificultar innecesariamente la transición
a la dinámica escolar. Una vez que haya tomado el ritmo en las clases del
doctorado, me inscribiría. Si entiendo bien, esto quiere decir que iniciaría
en agosto de 2015 o 2016.
b)
Aprender
a procesar con soltura la ENIGH, ENOE, ENE, ENEU, ENADID, EDER y EMOVI.
c)
Aprender
análisis de regresión, análisis de regresión logística, análisis multivariado,
análisis de sobrevivencia, análisis de desigualdad y sistemas de ecuaciones
estructurales, al menos
6. Idiomas.
He estudiado
idiomas desde que iba en la prepa. Inglés primero y luego, alternándolos,
francés y alemán. El resultado es que sé un poquito de todos y no tengo el
nivel de dominio que quisiera de ninguno de los tres. Tengo cuatro años para,
al menos, lograr escribir en inglés con soltura y leer en alemán con fluidez…
aunque justo al terminar de escribirlo dudo cuál debería ser mi tercer idioma,
¿alemán o francés?
7. Producir. Si tengo un conjunto de
planes que surgen como reacción a deficiencias, también tengo al menos un plan
que no es un por qué, sino un para qué: quiero ser académico en una institución
de educación superior. Para lograrlo, mi prejuicio me dice que tengo que
“generar conocimiento” y ser candidato al SNI desde ahora. Es decir, por una
parte, escribir con la intención de publicar mis avances y hallazgos de
investigación, sea a través de ponencias en foros académicos o textos en
revistas.
En concreto, quisiera hacer lo siguiente:
a)
Escribir
un artículo con base en mi tesis de maestría en el que dé el “siguiente
pasito”: identificar determinantes causales.
b)
Escribir
ponencias para la SOMEDE y alguno de los foros internacionales de sociólogos.
No quiero que sea un trabajito, sino un texto de análisis empírico que vaya
puliendo en distintos foros hasta lograr publicarlo en alguna revista
arbitrada.