Lost Acapulco. Me divertí "como enano", ¿hace cuántos años no entraba al slam? Creo que realmente no escuché la música, era más bien como un sonido de fondo que, si bien no habría podido ser cualquiera, era indistinto. La sístole y diástole del slam. El largo pasmo que es. La contracción dentro del orgasmo.
Después el cuerpo sudoroso. Frío.
MONGoÓL. Hacia el final me faltaron fuerzas para seguir brincando, fuí hacia la puerta a "respirar" y me recargue en la pared de entrada, sentado de cuclillas. Al minuto me dí cuenta que las nalgas que vibraban al lado eran las de Marianita... ella sonreía, yo también.
Afuera llovía.
Es curioso, en la última vez que recuerdo haber sentido una sensación así también estaban el Edgar y el Álvaro, fue un toquín en la nuevo progreso. Entre otros tocaron Maldita y Víctimas.
Quedé con el brazo adolorido: intenté empujar por la espalda a un tipo que amenazaba con azotar frente a mí, pero mi fuerza fue ínfima en contraste con el vuelo que él llevaba y mi brazo simplemente giró. Mi “hipocondriacidad” me permite alegar que poco faltó para dislocarme. Un puto pelón me golpeo deliberadamente.
Paola estaba por ahí, se cortó el pelo. Esperaba ver a otras personas, pero sólo estaban el Nacho e Igor. Antes me gustaba ir a los toquines porque eran un punto de encuentro, la música filtraba a la gente y encontrme-las era una sensación de tenue comunión, de identidad complice... BLA
1 comentario:
Como tantas y tantas cosas, no tengo memoria, no tengo recuerdo de un concierto de Lost Acapulco. Mi triste realidad.
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