¡Que manera desagradable de asomarse a la ventana! Todas las mañanas, religiosamente, las banquetas y cocheras de las tres casas frente al edificio de departamentos en el que vivo son barridas-lavadas a manguerazos.
No sé por qué, pero en algún momento de veras pensé que esas campañas de radio y televisión, las pegatinas con frases como “gota a gota Chapala se agota” y algo de las clases de ecología que ahora imparten desde el preescolar tendrían un impacto real.
Pero no. Desde que vivo aquí constato clara y obviamente que no, que Guadalajara por muy grandote que sea no deja de ser un lugar proviciantote.
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