Mi vida como un perro
Ingemar en Mi vida como un perro |
Mi vida como un perro (Suecia, 1985) es una película amablemente melancólica. Lasse Hallström (Estocolmo, 1946) --el director- relata la historia de Ingemar, un niño en el umbral de la adolescencia, quien enfrenta el proceso de pérdida de su madre. El relato está ambientado en una ciudad sueca durante la década de 1950 y da cuenta, desde el punto de vista enfáticamente subjetivo de Ingemar, de cómo vive la enfermedad de su mamá, la separación de ella, su hermano y perro debida a que lo envían temporalmente a ser cuidado por familiares que viven en un pequeño pueblo alejado y, finalmente, su fallecimiento (de su mamá). En el transcurso de un año vemos cómo Ingemar percibe estos acontecimientos, así como una serie de eventos propios tanto del duelo como de la transición a la adolescencia. El resultado es una lograda y conmovedora película de iniciación.
La cruz del sur (Chile, 1991) es el documental –enriquecido con elementos de ficción- con el que chileno Patricio Guzmán (Santiago, 1941) reflexiona sobre la visión del mundo contemporánea de algunos pueblos originarios de América Latina, a propósito de los 500 años de la llegada de los europeos al continente. El documental inicia con una representación simpática (y un tanto imprecisa) de códices indígenas y crónicas de los evangelizadores en los que intenta recrear elementos del encuentro de los nativos con los españoles. Esta puesta en escena inicial es el punto de referencia para, con una elipsis de casi 500 años, dar cuenta de la religiosidad y algunos elementos de las condiciones de vida actual de tres grandes pueblos de América Latina (mayas, quechuas y afrodescendientes), así como de un movimiento católico de dimensiones regionales que se encontraba vigente aún en la década de 1990: la teología de la liberación. Apoyándose en flashbacks falsos a representaciones de las crónicas, así como en entrevistas a personajes prototípicos de cada región (militares, sacerdotes populares y teólogos), Guzmán recorre de norte a sur la zona mesoamericana (México y Guatemala), el Perú y Brasil para describir elementos del sincretismo resultante del choque entre cosmovisiones que inició en 1492. El resultado es un documento pintoresco que, sin embargo, no logra atisbar los eventos políticos con los que los pueblos indígenas "celebraron" unos años después el "encuentro de dos mundos".
Spike Lee (Georgia, 1957) produjo, escribió, dirigió, actuó y compuso parte del soundtrack de la película, así que –con toda justicia- puede decirse que Do the right thing (Estados Unidos, 1989) es su puesta en escena. En ella relata, con minuciosidad de entomólogo cinematográfico, lo que sucede en una calle de Brooklyn durante doce horas de un sábado que es descrito como el día más calurosos de 1989.
La cruz del sur
Patricio Guzmán en la filmación de La cruz del sur |
La cruz del sur (Chile, 1991) es el documental –enriquecido con elementos de ficción- con el que chileno Patricio Guzmán (Santiago, 1941) reflexiona sobre la visión del mundo contemporánea de algunos pueblos originarios de América Latina, a propósito de los 500 años de la llegada de los europeos al continente. El documental inicia con una representación simpática (y un tanto imprecisa) de códices indígenas y crónicas de los evangelizadores en los que intenta recrear elementos del encuentro de los nativos con los españoles. Esta puesta en escena inicial es el punto de referencia para, con una elipsis de casi 500 años, dar cuenta de la religiosidad y algunos elementos de las condiciones de vida actual de tres grandes pueblos de América Latina (mayas, quechuas y afrodescendientes), así como de un movimiento católico de dimensiones regionales que se encontraba vigente aún en la década de 1990: la teología de la liberación. Apoyándose en flashbacks falsos a representaciones de las crónicas, así como en entrevistas a personajes prototípicos de cada región (militares, sacerdotes populares y teólogos), Guzmán recorre de norte a sur la zona mesoamericana (México y Guatemala), el Perú y Brasil para describir elementos del sincretismo resultante del choque entre cosmovisiones que inició en 1492. El resultado es un documento pintoresco que, sin embargo, no logra atisbar los eventos políticos con los que los pueblos indígenas "celebraron" unos años después el "encuentro de dos mundos".
Do the right thing
Giancarlo Esposito como Smiley en Do the right thing |
Spike Lee (Georgia, 1957) produjo, escribió, dirigió, actuó y compuso parte del soundtrack de la película, así que –con toda justicia- puede decirse que Do the right thing (Estados Unidos, 1989) es su puesta en escena. En ella relata, con minuciosidad de entomólogo cinematográfico, lo que sucede en una calle de Brooklyn durante doce horas de un sábado que es descrito como el día más calurosos de 1989.
En
principio, podría decirse que la narración de Do the right thing es fragmentada. A través de viñetas de
personajes, Lee presenta a muchas de las personas que viven en una calle de Brooklyn.
Sin embargo, gracias al vertiginoso ritmo de montaje, lo que al inicio es un
mosaico de personajes termina sintiéndose más bien como un ágil y poderoso flujo.
Después, este cauce tiene un par de remansos a lo largo de las casi dos horas
que dura la película en los que confluyen los caminos –o personajes, en este
caso- que Lee ha ido delineando. Estos remansos en los que convergen todos los
personajes describen elementos clave de su interacción conjunta que permiten
entender mejor qué es lo que pasa en la calle entre afrodescendientes, latinos,
italoaméricanos, estadounidenses sajones y hasta coreanos.
La
película comienza con una introducción en la que se escucha completa Fight the power de Public Enemy mientras
Tina –uno de los personajes secundarios que se presentarán adelante- la baila
furiosamente. Esta canción da las claves para entender la historia porque su letra
sintetiza buena parte de lo que Lee representará. Un fragmento de la letra dice
“Elvis was a hero to most / But he never meant shit to me you see / Straight up
racist that sucker was / Simple and plain / Mother fuck him and John Wayne / 'Cause
I'm Black and I'm proud / I'm ready and hyped plus I'm amped / Most of my
heroes don't appear on no stamps”.
Después,
a través de viñetas, Lee va presentando personaje por personaje. Esta manera de
mostrarlos es relevante porque parecería que cada uno de ellos representa algo
más que su propia individualidad. Además es pintoresca, provoca que sea fácil identificarse
con todos y cada uno, así como entender su posición en la calle. Inicia con Mister Señor Love Daddy, quien es un
locutor de radio, y The Major, quien
es un viejo borrachín. Ambos fungen en la película como una suerte de comentarista
que –de diferentes maneras- van glosando lo que sucede. The Major tiene una escena clave en la que le dice a Mookie “dotor, always do the right
thing”. Es decir, su personaje cumpliría una función parecida a la de ciertos
ciegos en las tragedias griegas: encuadrar lo que está pasando y señalar el
inevitable destino al que se dirige la historia. Mother Sister es otro personaje con una función similar que se introducirá
más adelante.
Enseguida,
Lee presenta a Smiley, quien es otro
de los personajes importantes, a pesar de aparecer poco. En su primera intervención,
Lee lo muestra vendiendo fotos de Martin Luther King y Malcom X. Apoyándose en
un contrapicado, Lee aprovecha la presentación de este personaje para
establecer lo que será una suerte de tensión discursiva subyacente a lo largo
de la película: la visión estrictamente pacifista de Luther King contra la más
crítica de Malcom X. Quien haya visto otras películas suyas, sabrá que el punto
de vista de Lee es más deferente con el segundo que con el primero.
Después
está Mookie, quien es el personaje
interpretado por el propio Spike Lee y quien articula en buena medida la estructura
visual de la película. Él es un afrodescendiente que es pareja de Tina, una
mujer de ascendencia puertorriqueña con quien tiene un hijo, y trabaja como
repartidor en la pizzería de Salvatore. Éste, con sus hijos Pino y Vito, tienen
un negocio de comida italiana. En su primera escena también entendemos lo
básico de cada uno de ellos: Vito se muestra enojado desde el principio y explica
que percibe el barrio como una enfermedad; Salvatore le responde a su hijo que
lo que le escucha es odio y en su desesperación con él remata: “I’m going to
kill somebody today”.
Más
adelante Lee presenta a Radio Raheem,
quien es un joven también afrodescendiente que recorre las calles con su
grabadora reproduciendo a Public Enemy a todo volumen. Como con Smiley, Lee se apoya en encuadres contrapicados e inclinados para mostrarlo. Su personaje también tiene algo de prototípico, de
sibila del Brooklyn que lleva el mensaje de la negritud por las calles.
Finalmente,
está Buggin Out. Él es un personaje más bien soso. Carece del
carisma de Mookie, la gracia de Radio Raheem o la antipatía de Pino. Es
impertinente, molestón, pero central para el argumento discursivo de Lee: en un
espasmo de lucidez, tiene la capacidad para identificar lo problemático del
orden simbólico del espacio central de la calle (la pizzería) y después la tozudez
necesaria para señalarlo hasta provocar el desenlace de la película. Siguiendo el
encuadre que marcó Fight the power desde
el inicio, Buggin Out observa que en la
“pared de la fama” de la pizzería de Salvatore no hay ninguna imagen de negros,
sólo italoamericanos. ¿Por qué si están en un barrio fundamentalmente de afrodescendientes
no hay ninguno?, ¿por qué no pueden tener un lugar ahí si todos los ingresos
del negocio provienen de negros? Los únicos italoamericanos de la calle son
Salvatore y sus hijos, pero también son los únicos que están representados en
el espacio central de lo simbólico.
En
lo que sigue, Lee representa de manera casi simpática la compleja diversidad de
la calle: niños, jóvenes y viejos, parejas interraciales, tensiones homoeróticas
y personajes con diferentes orígenes étnicos. En uno de los “remansos” –esas
escenas en las que participan todos los personajes- Lee muestra en soliloquios
a una persona de cada una de las nacionalidades que viven en la calle expresando
los prejuicios sobre los otros (tesis); en otro los vemos a todos conviviendo
en la calle de forma gozosa (antítesis) y en el último el alboroto que provoca
el desenlace de la película (síntesis): ante el reclamo de Buggin Out que recluta a Radio
Raheem y Smiley de incluir afrodescendientes
en la “pared de la fama” las cosas se “salen de control”, crecen y terminan en el
asesinato abusivo de Radio Raheem por
parte de policías y la reacción que provoca el destrozo del negocio de Salvatore
por parte de los negros.
Diría
que en esta escena está sintetizada la idea que Lee discute en la película: Buggin Out cuestiona el orden simbólico (la
“pared de la fama”) y como consecuencia es expulsado del espacio social (la pizzería), Radio Raheem que es quien lleva la voz
crítica de los negros (Public Enemy en su grabadora) es primero silenciado (Salvatore destroza su grabadora) y luego asesinado por un policía
blanco que se excede en sus funciones, Mookie
(Spike Lee, el director) hace lo correcto e inicia el disturbio, Smiley resuelve la tensión entre Martin
Luther King y Malcom X e incendia el lugar, Salvatore pierde su negocio pero lo
tiene asegurado, así que recuperará su dinero. La forma en que se presenta esta
escena invierte elementos de la narración visual previa, pues Lee ya no muestra a Buggin Out, Radio
Raheem y Smiley con encuadres en contrapicado, sino en picado.
Hacia
el final, Lee explica que la tensión no es de los negros contra las otras
razas, sino de los “otros” y excluidos contra los blancos dominantes: durante
el disturbio, después de destruir la pizzería, los negros están a punto de vandalizar el negocio del coreano. Sin embargo, éste se defiende y los disuade explicándoles que él
también es negro, él es como ellos.
El resultado es una notable puesta en escena de Spike Lee en la que no sólo da cátedra de narración cinematográfica, sino que (re)presenta una contundente denuncia política.
Uncut Gems es la historia de Howard Ratner (Sandler), un judío de 48 años que vive en Nueva York y se dedica 🤷🏽♂️ a la compra-venta tanto de piedras preciosas como de joyas. Además, es adicto a las apuestas en partidos de básquetbol.
El relato transcurre más o menos a partir del 5 de marzo de 2012 y se desarrolla de manera casi lineal entre un viernes y un lunes. Consiste en el periplo final que Ratner sigue para pagar la deuda que tiene con Arno, su yerno. Cada vez que está cerca de pagarle o abonarle una buena suma, se le cruza una nueva apuesta a la que le entra de manera impulsiva e instintiva. La intensidad del reclamo para que pague aumenta conforme avanza la narración y la ansiedad del personaje principal lo hace en consonancia. El relato está centrado en Ratner, aunque más de uno es interesante, no se desarrolla la historia de ningún personaje secundario. Hay un solo personaje y una única trama. El final tiene un pequeño giro inesperado que se agradece: cuando parece que la historia es otra más en la que el personaje principal se sale con la suya, quien termina ganando es otro personaje secundario inesperado.
Creo que lo interesante de la película no está en el relato (la historia es más bien convencional), sino en el ritmo de montaje que es vertiginoso: corte, corte, corte cada vez más rápidos y breves, siguiendo la manera en que va agitándose Ratner. Conforme avanza la película, y se incrementa su tensión, desaparece la cámara fija. Aumentan los breves primeros planos, los planos-contraplanos casi instantáneos. Los movimientos de la cámara al hombro que lo siguen mientras camina son cada vez más bruscos y dan giros que casi marean. Ademas, de principio a fin, muchos de los personajes gritan y hablan al mismo tiempo. Me da la impresión de que el editor de Transformers estaría orgulloso del de Uncut Gems.
Entonces, ¿es también como 1917 que parece un videojuego? No, más bien diría que (además de seguir la exaltación anímica y mental de Ratner) la película tiene forma de un ópalo lleno de brillos que te impiden perder la atención: hay montones de lucecitas que cambian de color de manera continúa y otros que resplandecen al mismo tiempo, de tal manera que en ningún momento puedes distraerte porque siempre hay un reflejo del espejito robando tu atención (aunque tu capacidad de concentración sea mínima).
La actuación de Sandler es interesante porque su personaje y el relato no son los propios de las comedias románticas con las que se le suele asociar. No es la primera vez que lo hace, en su haber tiene —ni más ni menos- una participación con el mismísimo P.T. Anderson (_Punch drunk love_, finísima).
Por último, un par de detalles divertidos: la película termina durando más de dos horas y —qué le hacemos- Scorsese es uno de los productores. 😂
El resultado es una notable puesta en escena de Spike Lee en la que no sólo da cátedra de narración cinematográfica, sino que (re)presenta una contundente denuncia política.
Uncut Gems
¿The Irishman te pareció larga? ¿Sus diálogos interminables y sus planos fatigosos? ¿Te desespera esa arrogancia de Scorsese de exigir poner atención en todo para entender de qué se trata la película, de querer hacerte pensar? Entonces, Uncut Gems (Josh y Bennie Safdie, Netflix, 2019) puede ser la película de Netflix para ti. Uncut Gems es la historia de Howard Ratner (Sandler), un judío de 48 años que vive en Nueva York y se dedica 🤷🏽♂️ a la compra-venta tanto de piedras preciosas como de joyas. Además, es adicto a las apuestas en partidos de básquetbol.
El relato transcurre más o menos a partir del 5 de marzo de 2012 y se desarrolla de manera casi lineal entre un viernes y un lunes. Consiste en el periplo final que Ratner sigue para pagar la deuda que tiene con Arno, su yerno. Cada vez que está cerca de pagarle o abonarle una buena suma, se le cruza una nueva apuesta a la que le entra de manera impulsiva e instintiva. La intensidad del reclamo para que pague aumenta conforme avanza la narración y la ansiedad del personaje principal lo hace en consonancia. El relato está centrado en Ratner, aunque más de uno es interesante, no se desarrolla la historia de ningún personaje secundario. Hay un solo personaje y una única trama. El final tiene un pequeño giro inesperado que se agradece: cuando parece que la historia es otra más en la que el personaje principal se sale con la suya, quien termina ganando es otro personaje secundario inesperado.
Creo que lo interesante de la película no está en el relato (la historia es más bien convencional), sino en el ritmo de montaje que es vertiginoso: corte, corte, corte cada vez más rápidos y breves, siguiendo la manera en que va agitándose Ratner. Conforme avanza la película, y se incrementa su tensión, desaparece la cámara fija. Aumentan los breves primeros planos, los planos-contraplanos casi instantáneos. Los movimientos de la cámara al hombro que lo siguen mientras camina son cada vez más bruscos y dan giros que casi marean. Ademas, de principio a fin, muchos de los personajes gritan y hablan al mismo tiempo. Me da la impresión de que el editor de Transformers estaría orgulloso del de Uncut Gems.
Entonces, ¿es también como 1917 que parece un videojuego? No, más bien diría que (además de seguir la exaltación anímica y mental de Ratner) la película tiene forma de un ópalo lleno de brillos que te impiden perder la atención: hay montones de lucecitas que cambian de color de manera continúa y otros que resplandecen al mismo tiempo, de tal manera que en ningún momento puedes distraerte porque siempre hay un reflejo del espejito robando tu atención (aunque tu capacidad de concentración sea mínima).
La actuación de Sandler es interesante porque su personaje y el relato no son los propios de las comedias románticas con las que se le suele asociar. No es la primera vez que lo hace, en su haber tiene —ni más ni menos- una participación con el mismísimo P.T. Anderson (_Punch drunk love_, finísima).
Por último, un par de detalles divertidos: la película termina durando más de dos horas y —qué le hacemos- Scorsese es uno de los productores. 😂
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