A continuación resalto tres puntos de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona que considero importantes.
1. A contracorriente de lo que estábamos acostumbrados, el autor o autores son los comandantes indígenas, no el Sup Marcos. Esto resulta más o menos obvio si se contrasta el tono y estilo de esta declaración con el de las otras o cualquier otro comunicado.
Es probable que esto sea un indicio de lo que viene, quienes serán visibles en las acciones serán sólo o principalmente los indígenas. Ahora bien, esto no es nuevo, hay que recordar quiénes hablaron en el Congreso de la Unión y en la gran mayoría de los foros la última vez que el EZLN fue a la Ciudad de México o quienes salieron de Chiapas cuando la Consulta del 99 o en la marcha de los 1,111.
2. A diferencia del resto de las Declaraciones se plantea una alianza con los “trabajadores del campo y la ciudad”. Diferencia sutil, pero importante: no es lo mismo hablar de sociedad civil que de trabajadores. Cada término puede ser un concepto que remita a formas de ver la realidad muy distintas entre sí.
Además, el análisis hecho en los apartados sobre lo que son, el mundo y México corresponde de una manera clara con un modo de ver las cosas más cercano a la Primera que a cualquiera de las otras Declaraciones. Parece que el discurso se endurece.
3. Insisten en la necesidad de una organización política de izquierda no electoral. Reiteran el llamado a no olvidar que la política no es sólo la de los partidos y que hay más vías pacíficas además de la electoral; vuelven a criticar a los partidos legales mexicanos por su “síndrome del centro”, por haberse transformado en agencias de colocación y no de representación, por haber sustituido la discusión por el marketing y el raiting, y por haber asumido que lo único que se puede hacer es cambiar el administrador y no el tipo de relaciones político-económicas existentes.
Éste punto, el de la organización no electoral de izquierda, es uno de los más importantes, pero el que ha sido menos resaltado.
Por último, quien suponga que la Sexta es una respuesta a la eufemísticamente llamada Alianza para la seguridad y la prosperidad de América del Norte o a las incursiones del Ejército fuera –pero cerca- de la zona de influencia del EZLN hace una lectura apresurada, facilona y descontextualizada. Falta leer más frecuentemente la prensa o escuchar más los radio-diarios para tener una idea más clara de los procesos políticos y de las coyunturas que los conforman (asumir algo así es como suponer que los atentados terroristas en Londres son una respuesta inmediata a la designación de la sede olímpica; no, ahí lo que sucede es que Alá está de su parte). Lo importante no es el calendario del 2006 (no lo fue en el 94, ni el 2000 y no tiene por qué serlo ahora) ni desmarcarse del “discurso étnico” (que nunca ha sido el único “tema”, véase los documentos del Foro para la Reforma del Estado o la propuesta que el EZLN presentó a la mesa 2 sobre Justicia y Democracia en San Andrés en el 96; mesa en la que, por cierto, el gobierno federal no se presentó y no hizo ni una propuesta) sino la construcción de la resistencia, autonomía y nuevo país “desde abajo y con los de abajo”.
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