jueves, septiembre 07, 2006

Me duele el deterioro de los objetos, de las cosas que usaba cuando estábamos juntos. En especial de las que le agradaban. Me molesta y entristece que se estropeen ahora que ya no hay posibilidad de sustituirlos por otros nuevos, que ya no podemos barnizarlos con (nuestro) afecto.
Pasó hace meses cuando quebré con un movimiento torpe uno de los cuatro vasos feos de rayas amarillas que compramos en Gigante; sucede ahora que una camisa vieja de cuadros rojos se desgarra al lavarla en una lavadora torpe.

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