Soñé con papá. Tenía meses sin que se me apareciera. Vino a casa y arregló las cosas: lavó la mierda que había que limpiar, ordenó lo que se podía ordenar. Ahora el departamento luce pulcro y luminoso.
En un principio estamos en un lugar público, similar al café Azteca, donde solíamos reunirnos cuando nos veíamos. A veces jugabamos ajedrez, casi siempre él monologaba y yo escuchaba o veía a la gente mientras hablaba. Nos acompaña D. quien luce visiblemente más deteriorada, de hecho se parece a mi mamá: regordeta, arrugada, pequeña, asoleada, pelo corto y pintado. Nada de su esbeltez y cuerpo atlético, de su pelo más o menos largo, quebrado y negro, de su tez blanca. En esta ocasión, conversamos sobre todo ella y yo (es como si asumiera el rol de otra persona y papá representara el mío); permanece su sonrisa y su acento duranguense.
En un segundo momento, sin transición, pasamos a mi departamento. Yo estoy dormido y escucho ruidos, me levanto y doy cuenta que está él terminando de limpiar la suciedad y de acomodar el desbarajuste en que tengo a mi casa. Por supuesto me molesta que entre sin avisar ni pedir permiso, que se tome libertades como estas y haga lo que se supone que yo tengo que hacer, pero aparentemente no puedo. Me ignora al comentarle que mi mamá me contó que se encontraron, no dice nada.
En un principio estamos en un lugar público, similar al café Azteca, donde solíamos reunirnos cuando nos veíamos. A veces jugabamos ajedrez, casi siempre él monologaba y yo escuchaba o veía a la gente mientras hablaba. Nos acompaña D. quien luce visiblemente más deteriorada, de hecho se parece a mi mamá: regordeta, arrugada, pequeña, asoleada, pelo corto y pintado. Nada de su esbeltez y cuerpo atlético, de su pelo más o menos largo, quebrado y negro, de su tez blanca. En esta ocasión, conversamos sobre todo ella y yo (es como si asumiera el rol de otra persona y papá representara el mío); permanece su sonrisa y su acento duranguense.
En un segundo momento, sin transición, pasamos a mi departamento. Yo estoy dormido y escucho ruidos, me levanto y doy cuenta que está él terminando de limpiar la suciedad y de acomodar el desbarajuste en que tengo a mi casa. Por supuesto me molesta que entre sin avisar ni pedir permiso, que se tome libertades como estas y haga lo que se supone que yo tengo que hacer, pero aparentemente no puedo. Me ignora al comentarle que mi mamá me contó que se encontraron, no dice nada.
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