miércoles, marzo 31, 2004

Sueño

Soñé con papá. Tenía meses sin que se me apareciera. Vino a casa y arregló las cosas: lavó la mierda que había que limpiar, ordenó lo que se podía ordenar. Ahora el departamento luce pulcro y luminoso.
En un principio estamos en un lugar público, similar al café Azteca, donde solíamos reunirnos cuando nos veíamos. A veces jugabamos ajedrez, casi siempre él monologaba y yo escuchaba o veía a la gente mientras hablaba. Nos acompaña D. quien luce visiblemente más deteriorada, de hecho se parece a mi mamá: regordeta, arrugada, pequeña, asoleada, pelo corto y pintado. Nada de su esbeltez y cuerpo atlético, de su pelo más o menos largo, quebrado y negro, de su tez blanca. En esta ocasión, conversamos sobre todo ella y yo (es como si asumiera el rol de otra persona y papá representara el mío); permanece su sonrisa y su acento duranguense.
En un segundo momento, sin transición, pasamos a mi departamento. Yo estoy dormido y escucho ruidos, me levanto y doy cuenta que está él terminando de limpiar la suciedad y de acomodar el desbarajuste en que tengo a mi casa. Por supuesto me molesta que entre sin avisar ni pedir permiso, que se tome libertades como estas y haga lo que se supone que yo tengo que hacer, pero aparentemente no puedo. Me ignora al comentarle que mi mamá me contó que se encontraron, no dice nada.

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