miércoles, marzo 23, 2005

La mejor manera de perder el tiempo


Lo primero que me viene a la mente cuando comienzo a reflexionar sobre cuál será le mejor manera de perder el tiempo es una de las historietas de Jis y Trino. No puedo evitar recordar, de una manera especialmente plástica y sensible, el inicio de las que más me gustaba: “estaba un día el Santos rascándose los destos cuando...”. Esto, a su vez, lo asocio con el suplemento en el que aparecían estos monos, La Jornada Semanal. Sin duda, el mejor que me ha tocado leer. Es posible que su calidad no alcance la de otros, como el de Benítez o el de Monsiváis, pero como esos no me tocaron y jamás he visto ejemplar alguno, puedo afirmar que el suplemento en el que aparecían esos monos es el mejor que he leído.
Durante años, los de mi adolescencia, guardé una pequeña e incompleta colección. Desdeñable para cualquier otro, pero importantísima para mí; con ella consideraba el mundo y a mí mismo. La atesoré contra viento y marea, contra todos: contra la señora que hacía el aseo en casa y a quien en más de una ocasión se le hizo propio un reportaje sobre la Maga para limpiar las ventanas o unos versos de Neruda para sustituir al recogedor; contra mi hermano también, a quien le gustó una entrevista al sutilísimo Sabines, para acopiar las linduras del perro; e incluso contra mis propios descuidos que permitieron que lluvia, café y otros líquidos menos propios entorpecieran la relectura de artículos que entonces me resultaban imprescindibles.
Pero cuidado. Ojo. Ese suplemento no existe más. El que se puede leer los domingos en La Jornada es uno muy diferente, venido a menos, a casi nada. Entre otras cosas, sin duda, porque ya no tiene los monos de Jis ni de Trino. Al que yo me refiero, en realidad, son dos suplementos. El primero, dirigido por Roger Bartra y que tenía formato de revista, y al de Juan Villoro, con un formato tabloide parecido al actual.
Se me objetará que Babelia, por otro lado, no le pide nada a nadie y quien lo haga tendrá razón. Pero no me hará cambiar de opinión. Este suplemento español está dedicado exclusivamente a las artes, el mexicano –sobre todo con su primer director, antropólogo- tenía una visión mucho más amplia que incluía artículos sobre temas de ciencias sociales. En ellos leí por primera vez, sin tener idea quienes eran y sin saber tampoco que luego me arrepentiría de vanagloriarme de ello, a Touraine, Auge, Bourdieu, García Canclini, González Casanova, Monsiváis. También me enteré de la existencia de gente como Giddens, Levis-Strauss, Althusser, Freud, Lacan.
Y no es que no hubiera escuchado antes los nombres de algunos de ellos en la escuela, pero a mí la prepara no me sirvió para aprender.

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